MARÍA CAGIAO DÍAZ
María Cagiao Díaz nació en La Coruña, (1919) aunque luego se casó y se trasladó a vivir a Culleredo en la casona familiar de la familia de su esposo, en Santa María de Rutis, Vilaboa, donde desarrolló la mayor parte de su producción artística, posteriormente se trasladó a Oleiros, La Coruña, donde residió y continuó su labor artística hasta su temprano fallecimiento en 1971, a la edad de 52 años.
María Cagiao fue conocida por la pintora de las flores, indudablemente la mejor de su época, según los críticos de arte de ese momento, que escribieron en la prensa nacional y extranjera los mejores elogios a esa alma bella que era capaz de reproducir en sus lienzos lo más bello de la naturaleza: las flores; su pintura es un constante homenaje a la flor, cuyos secretos matices supo descubrir y mostrar para deleite de los numerosos admiradores de su obra.
Ninguna flor tenía secretos para María Cagiao, las pintaba todas, las hortensias, los claveles, las margaritas, los gladiolos, las azaleas, las peonías, las flores silvestres de la campiña gallega como os toxos, as xestas, os croques, os pexegueiros, pero sin duda, sus flores preferidas y donde alcanzaba su máxima perfección eran las rosas. Muchos de sus cuadros llevan este tema. Rosas blancas, rojas o amarillas y con infinidad de matices, ya fueran en jarrones, bodegones, o en cestas y jardineras o en el propio rosal de algún jardín. Las rosas de María Cagiao siempre daban la sensación de frescura y belleza incomparables. Como dejó escrito el crítico de arte de La Voz de Galicia, las flores de María Cagiao son copias perfectas del natural... solo les falta el perfume.
También cultivó otros temas, como el paisaje, el bodegón o el retrato, pero casi siempre sus motivos preferidos eran las flores.
El color y la luz adquirieron expresividad mágica en la paleta de María Cagiao. Matizaba los colores con una variadísima gama de tonos diferentes, los rojos aterciopelados, los blancos casi transparentes, los amarillos delicadísimos, los verdes, los azules, violeta y toda la gama que el ojo humano puede captar están presentes en sus cuadros. Su luz es clara, diáfana y llena de reflejos y transparencias. Muchas de sus obras son dignas de la Escuela Veneciana en la que la luz y el color adquirieron enorme perfeccionamiento.
María Cagiao pintó casi todas sus obras al óleo y sobre lienzo, unas veces usó el pincel y otras la espátula, con la que logró cimas de perfección quizá insuperables.
María Cagiao era autodidacta, y pintaba llevada de la espontaneidad y de su fuerte inspiración, lo hacía sin esfuerzo alguno, como si fuera el más agradable entretenimiento, pues disfrutaba pintando y pintaba por satisfacer una vocación, según sus propias palabras.
María Cagiao presentó numerosas exposiciones en diversas ciudades de España, en Culleredo, A Coruña, Salamanca, Oviedo, Madrid, Málaga, Valencia, León, Vigo, Gijón, Orense, Santiago y su exposición permanente en El Gran Hotel de La Toja, y en Portugal, y su obra está repartida por muchos países, España, Inglaterra, Italia, Estados Unidos, Cuba, Argentina o Venezuela.
Su primera exposición fue presentada en la sala de la Asociación de Artistas de La Coruña, en enero de 1942, a la edad de 23 años, y obtuvo el 2º premio del concurso de la Exposición de Arte del SEU.
Al año siguiente, marzo de 1943, alcanzó el primer premio en la misma sala de la Asociación de Artistas de La Coruña.
Continuó exponiendo en la misma sala y en el mismo concurso de Exposición de Arte en los años 1945 y 1947.
En abril de 1949 expone en la Salas de Exposiciones del Centro Gallego de Madrid, obteniendo gran éxito y notables calificaciones de la crítica y de la prensa de Madrid.
Repite exposiciones en las salas de la Asociación de artistas y en el Palacio Municipal de La Coruña y en otras ciudades de Galicia y en la Galería de exposiciones de la Caja de Ahorros de Asturias en Gijón.
En Julio de 1955 expone en la Sala del Palacio del Centro Gallego de La Habana-Cuba, dentro de la Exposición de Arte Gallego, con notable éxito según las crónicas del Diario de La Marina, de La Habana.
En el mismo año también expone en la sala de exposiciones Salao Silva Porto en Oporto (Portugal), obteniendo notables críticas de los diversos diarios portugueses.
En 1959 vuelve a Madrid y expone en la sala del Palacio de La Música en la Gran Vía de Madrid con notable éxito de crítica de la prensa de la capital.
En 1960 vuelve a exponer en las salas de la Asociación de artistas de La Coruña, dentro de la exposición Pintoras Gallegas.
Durante los siguientes años de continúan sus exposiciones en Oporto, Madrid, Oviedo, La Coruña, León, Orense, Vigo, Ferrol, Salamanca, Santiago, Málaga, Lugo, etc.
Expuso permanentemente en el Gran Hotel de La Toja, hasta su muerte en 1971, y continúa expuesta en la actualidad en la sala del Gran Hotel.
Todas sus exposiciones obtuvieron gran éxito de crítica.